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25 ene 2011

Linhhni - La muerte de Liiwnhi

     "¿Dónde está la frontera entre humano y animal si es que tan ridícula cosa existe?, Ustedes los humanos son los únicos animales que no entienden lo que comunión, balance o simbiosis significan, siempre piensan en ustedes como un todo pero no se dan cuenta que no son más que la manera en que una comunidad de células decidió aumentar sus posibilidades de sobrevivir a través de la más sagrada de las uniones, son de hecho el único ser inferior aquí, siempre incapaces de adaptarse o sobrevivir sin la ayuda de otros de su despreciable clase o de cualquiera de nosotros, pasando vidas enteras buscando maneras para matarse unos a otros, o peor, maneras de torturar y exterminar al resto de nosotros por que creen que esa absurda estúpida cosa que crearon y llaman "dios" les dió el derecho de hacerlo. ¿Cuán más tontos pueden ser todos ustedes?  Destruyen su hogar y el nuestro con nada más que pretextos sobre su tan valioso progreso que no está si quiera cerca de la perfección de la evolución que pretende imitar, pero claro, no lo entienden, La Madre Naturaleza arrasará para bien con ustedes pronto y entonces nosotros ignoraremos su decadencia e inútiles rezos pues los más fuertes de nosotros sobreviviremos a su demencia y egoismo, esa es la ley, la supervivencia del más capaz, y ustedes creaturas horrorosas están infinitamente lejos de si quiera competir así que disfruten su breve era por que descubrirán ya muy tarde que ustedes mismos condenaron su existencia en La Tierra y entonces nosotros no les ayudaremos más, les daremos la espalda así como ustedes nos la han dado a nosotros, sus iguales, por tanto tiempo, estén concientes de que están aquí por y para nosotros, ustedes son parte del planeta, como cualquier otra especie, como cualquier otro animal, no son menos ni son más"

    Éste será uno de los discursos que una niña nacida en un laboratorio declamará al mundo, una niña nacida de un experimento que le da nombre a la novela que narrará su vida: Linhhni



    Ésta imagen representa una de las crónicas narradas en la novela, aquí en el blog hay un cápitulo presentación sobre la misma (Linhhni - Una sóla promesa), la imagen se encuentra en NewGrounds donde se pueden dejar críticas y comentarios.

19 ene 2011

SketchMatch - Participación1: Poison Ivy

Tras un par de noches de desvelo por fin terminé mi primera entrada al concurso SketchMatch organizado vía Twitter/Twitpic.
Para variar, 100% Inkscape, y mucha imaginación para inventar técnicas de trazo sombreado y coloreado, que la más o menos voy entendiendo; está vez entró en juego otra arma, una Tablet de dibujo, de verdad ayudan para trazos a la antigua.
Normalmente no me gusta dibujar personajes de otros autores pero puedo hacer excepciones con ciertas chicas que me gustan de los universos de DC y Marvel por ejemplo, en este caso PoisonIvy, entra en esa lista por un pelo de rana calva, pues siempre me gustó la relación e historia en que ella y Harley Quinn se alian en una pareja por demás eficiente para fastidiar a Batimacho y poner en claro un fuerte clamor feminista.

La versión final está tanto en Twitpic como en Newgrounds, siendo la segunda la mejor opción por el tamaño mucho más razonable, y pues de paso para recibir críticas más severas (como es costumbre os invito a calificar el trabajo en NewGrounds)

16 ene 2011

Linhhni - Capítulo ?: Una sóla promesa



Capítulo ?: Una sóla promesa

Restaurado Imperio Diplomático Méxcio-Tenochtitlan, Distrito Federal
(99.28ºO, 19.34ºN)
23:19 - 23/nov/2010

    Un día repartido entre universidad y una visita de trabajo habian dejado a Fiorella con poco tiempo para actualizar sus numerosas cuentas virtuales, un ritual que llevaba acabo de manera casi sagrada al menos cada dos días, por ello se le veía teclear cuan rápido sus ya largos años de práctica le permitian mientras al compás de la música se movía en ocasiones rompiendo su concentración para escribir. La noche era cálida, y la tranquila colonia en la que se encontraba la casa de la joven le ofrecia un apacible silencio en el exterior, resaltando tambien la ausencia de su compañera de casa quien permanecería fuera durante la semana.
    Contrario a su regularmente desaliñada y casi masculina forma de vestir, el trabajo de ese día le había forzado a usar ropa formal, un traje de pantalón y saco color gris obscuro y una blusa blanca ligera de lino, un conjunto que poco aminoraba la estrafalaria apariencia de su cabello teñido en reflejos azules y el espinozo relieve de su peinado; así como unos lentes de armazón púrpura extraidos entre al menos una docena que tenía por colección, pues para ella reemplazaban cualquier maquillaje, rara era la ocasión en que utilizara esa última decoración.
    Aún solemnemente concentrada en su ritual un ruido en el exterior la hace detener sus acciones y bajar rápidamente el volumen de su computadora para tratar de descifrar qué había sido aquello, sin embargo, el silencio se prolonga justo hasta un instante antes de que ella devolviera el volumen a su equipo, acción en la que es interrumpida por un fuerte quejido característico de gato que parecía provenir del garage a los pies de la planta en que se encontraba ella. Sin esperar a escuchar más sale corriendo a la terraza movida por su característica curiosidad y su innegable buen corazón, la corta carrera la deja ante una escena que no logra comprender del todo y la hace dudar por un momento: en la planta baja, entre su automóvil y la barda que delimitara su casa se observa un gato inherte enmarcado por una brillante mancha que pese a la tenue luz se distinguía de sangre, tratando de dar sentido a la escena que le acababa de arrancar un visible sobresalto la joven examina los alrededores. La búsqueda de la chica concluye cuando el refunfuño de otro gato atrae su atención hacia la otra arista de la terraza, a penas comenzaba a asomarse distingue una silueta humana corriendo a través del patio vecino tras un gato que ágilmente alcanza la terraza en que ella se encontraba a lo que ella reacciona casi instintivamente atrapando al desprevenido gato entre sus brazos perdiendo el balance para caer sentada hacia atrás sin soltar de su abrazo al felino que aún desubicado se retorcía buscando liberarse, el instante es brevísimo, prácticamente antes de tocar el suelo la figura humana de un momento antes aparece sobre el mismo barandal que hubiera trepado el gato.
    -¡Entregame al gato!- Expresa imperativa la revelada fémina causando estupefacción en Fiorella quien hilando los hechos responsabiliza a la mujer ante ella de lo ocurrido con el otro minino por lo que aferra con más fuerza a la creatura pese a que éste comenzaba a retorcerse con más violencia arañando sus brazos y pecho.
    -¡Déjalo en paz! ¡¿Le harás lo mismo que al otro?!- Replica la chica habitante de la casa, aún sin reparar en la más allá de atlética proesa de la perseguidora para alcanzar la terraza, tratando a la vez de contener los furiosos zarpasos del animal en sus manos.
    Las palabras de la joven de gafas eran firmes, pero se le veía comenzar a resentir las heridas causadas por el arrinconado felino y un cierto temor ante la imponente presencia que se equilibraba en cunclillas sobre el barandal frente a ella y que parece molestarse con el mensaje, una chica que pareciera rondar la misma edad que Fiorella, cabello negro revuelto, ojos que parecian resplandecer en tonos ámbar; vestida con un sencillo pantalón corto de mezclilla, zapatillas deportivas y una playera entallada, su complexión era innegablemente atlética, aunque delagada.
    -Ese gato no es tuyo, ¡dámelo!- Reitera la aparecida extendiendo la mano dirigiendo una penetrante mirada de enfado a la protectora del animal quien reacciona con creciente temor empujándose discretamente hacia atrás con las piernas mientras se retuerce tratando de acomodar a su prisionero para evitar seguir siendo víctima de sus garras sin soltarlo o lastimarlo pese a su apretado abrazo.-¡Esto no te incumbe niña!- Continua la agresora parándose frente al barandal de un corto salto.
    -¡¿Qué derecho tienes de lastimar a estos animales?!- Replica Fiorella sin perder energía en su voz pese a los dos malestares que mostraba con su lenguaje corporal: el creciente dolor de los arañazos que aumentaban, y el miedo que comenzaba a recorrer todo su cuerpo y crecía a cada paso que daba la otra mujer. -¡No puedes matar sólo por placer a otro animal!- Dichas estas palabras la chica en pie detiene su avance como golpeada por ellas. -¡La vida..!...ungh- La frase es interrumpida por un zarpazo que alcanza la mejilla de la altruista fémina quien reacciona solamente alejando su rostro del gato para continuar. -¡La vida de este gato vale tanto como la tuya o la mia!- Concluye con énfasis y convicción superior a la de las anteriores frases cambiando en el acto por completo la expresión de su interlocutora quien pasa de su agresiva arrogancia a una sorpresa y desasosiego que le hacen incluso retroceder un paso.
    -¿Qué haz dicho?- La imperatividad de la extraña desaparece por completo dando paso a una voz trémula y cortada resaltada además por sus nerviosos movimientos y sus rutilantes pupilas.
    Por un instante se hace silencio, sólo los refunfuños del gato y los esporádicos quejidos de Fiorella lo interrumpen, ésta última observa desconcertada a la otra sin encontrar una reacción adecuada más que relajar su abrazo acomodando un poco al felino para protegerse de más heridas. La antes feroz cazadora se veía temblar sin relajar el gesto de incredulidad que revelaban sus ampliamante abiertos ojos y su entrabierta boca, sus manos temblaban en su estática pose; todo ello resultando incomprehensible a la causante.
   -¿De...de verdad...crees eso?- Con duda y un breve tartamudeo pregunta la joven de grandes y brillantes ojos color miel.
    -Claro que lo creo, todo ser vivo tiene el mismo derecho a vivir que los demás, no es justo matar sin razón, no es justo que un animal mate a otro sólo por demostrar superioridad o por placer- Retomando poco a poco la calma y el aliento Fiorella se levanta y suelta al gato quien en el proceso le propina aun un par de rasguños en su ya lastimado pecho y el cuello, observando a la vez que el felino se aleje bajando de la terraza y a la mujer que lo había perseguido comienza a tentar con sus manos su desgarrada camisa no sin accidentalmente tocar un par de veces sus abiertas heridas causándose gestos de dolor. -Ya fuiste demasiado lejos con hacer lo que hiciste al otro, ahora vete...- La instrucción la hace reflexionar sobre su ubicación y preguntarse cómo es que la otra mujer había llegado ahí. -..¿cómo es que tú?- El temor vuelve a su rostro, en ese momento tambien se percata de que las manos de la cazadora estaban llenas de sangre por lo que retrocede rápidamente hasta quedar acorralada por la puerta que se había cerrado a su salida, el temor le impedía si quiera buscar la llave.
    Aún con la gama de emociones corriendo por los gestos de la residente del lugar la extraña aparecida no salía de su propio trance y sorpresa, pareciá tratar de articular palabras sin éxito alguno, la escena era entonces por demás extraña, ambas parecieran estar atemorizadas, casi petrificadas por miedo mutuo.
    -He viajado por años... y nunca había escuchado a un sapiens decir eso, y mucho menos... arriesgarse así por otro animal- Con breves pausas durante las que miraba el maltrecho atuendo ligeramente teñido de carmesí de quien hubiera protegido a su presa, la extraña mujer señala a la otra. -Ustedes siempre dicen ser superiores y dueños del resto...
   -¿De qué hablas?, ¡vete o llamaré a la policia!- Amenaza Fiorella sacando titubeante su celular.
   -Eres...la única...en todos estos años, la única...- Sin prestar atención a las amenazas o perder la sopresa del rostro la chica comienza a acercarse a la otra con lentos y cortos pasos.
    -¡Te he dicho que llamaré a la policia!-
    -Gracias...y disculpanos- Íncase la extraña y hace una reverencia japonesa que desconcierta a Fiorella sin embargo deteniéndola de continuar su llamada.
    -¿Qué te pasa?, ¿quién eres?-
   -Ellos han vivido bien su vida, son viejos, y ya no tienen familia, por eso los escogí, ellos eran mi presa, no mataría por placer, era para comer-
    -¡¿Qué?!, ¡Estás loca!- Con un gesto descompuesto por el desagrado la habitante del lugar reanuda su intento por llamar al número de emergencia mientras voltea a ver el felino yaciente de un principio.
    -¿Crees que es más justo comer a un animal que vivió encerrado y torturado toda su vida?- La joven inclinada sin perder la posición o si quiera levantar el rostro pregunta con voz relajada, llena de compasión, incluso con un dejo de dolor. -¿Te parece más justo que muera un animal sólo para dar el espacio a otro que produce más alimento o que vale más dinero?- Crece el dolor en su tono.
    -Emergencias, describa su situación...- Se escucha la voz de un hombre tenuemente desde el celular. -Emergencias, ¿bueno?...- Intenta de nuevo la voz.
    -Buenas noches, le ruego me disculpe, marqué por error...- Explica pragmática y carente de amoción quien realizara la llamada tras haber permanecido reflexiva y sorprendida por las preguntas que acababan de hacerle y luego cuelga. -No. Tienes razón, no es más justo...- Responde la atónita joven sobrecogida por la verdad que encontraba en las palabras de la otra, ella misma pensaba en muchas ocasiones al respecto, de hecho, su ateismo, sus convicciones extrañas a los ojos de la mayoría, su simpatía incomprendida por los animales se basaban en su concepción tan particular del valor de la vida y todas esas ideas parecian haber cobrado sentido, parecian haber ganado validez al escuchar de otra persona una reflexión similar, su temor se despejaba, su dolor se olvidaba, sus preguntas sobre lo ocurrido eran eclipsadas por una sensación de empatía que no podía si quiera explicarse. -¿Quién eres?-
    -Yo...- Incorpórase finalmente la otra presente. -No tengo un nombre con el que me pueda presentar, y no es el momento, debes atenderte, estás lastimada, y él se siente arrepentido, te pide disculpas- Señala a un tejado cercano donde se encontraba el gato que hubiera causado todo lo ocurrido, serenamente sentado observándolas a ambas.
   -Pero...- Inicia Fiorella regresando su atención tras haber volteado a mirar al gato, sin embargo no sigue al ver que la extraña ya se encontraba en el garage recogiendo el cuerpo del otro felino.
    Con “su presa”, como lo había llamado antes, en la mano derecha la fémina misteriosa salta ágilmente para subir la barda al frente de la casa de su incrédula espectadora valiéndose sólo de su mano izquierda, una vez arriba, se torna hacia quien la miraba para dirigirle un gesto apacible, sin sonrisa, sin la fuerza de un inicio, sin ira o alegría, sin tensar un sólo músculo, luego se deja caer a la calle perdiéndose asi de vista.
    Fiorella, regresa a su cuarto, el dolor de los razguños la devuelve a la realidad desde sus profundos pensamientos, entre tenues gemidos comienza a revisarse encontrando que casi todas su heridas eran ligeras y superficiales, pero el ardor de tantos razguños termina por cobrarle un par de lágrimas; sin embargo sabiéndose a penas en el tercer día de la semana habría que despertar temprano y seguir con sus actividades pese a su increible experiencia, que ella misma parecía encontrar difícil de creer.
    Procurando no dejar evidencias de lo ocurrido conociendo la inquisitiva personalidad de su compañera de casa tira la camisa a la basura de su cuarto pues ésta había quedado irreparable, al verse frente al espejo se percata de que si bien la sangre no brotaba en cantidades alarmantes si era suficiente como para haber manchado profundamente su ropa interior, percatándose tambien que las desgarradas copas de su sosten habian protegido a penas la piel más sinsible de su busto relajándola un poco, luego recurre a su botiquín para limpiarse toda con alcohol y ducharse en un rito por demás doloroso que la deja exhausta y cubierta de gazas hasta el cuello, y un par de venditas en la mejilla.
   -Eso... ¿qué ha sido?... ¿fue real?... ¿volverá?- Se pregunta Fiorella ya acurrucada en su cama procurando moverse poco, se cuestiona otras tantas cozas en la cabeza antes de que el sueño la venza.
    A la mañana siguiente la joven estudiante despierta a la hora acostumbrada, sin embargo sin la energía que la caracterizaba, el aún inexplicable acontecimiento de su velada la mantenía inmersa en sus pensamientos, distante y distraída, sus acciones eran más producto de su mecanizada rutina que de su actuar consiente; mientras se viste ante el espejo se detiene revisando las heridas que permanecían como única prueba de que lo ocurrido la noche anterior no había sido un sueño, se mira al espejo con detenimiento palpando las gazas sintiendo alivio al no causarse dolor alguno, sin embargo de manera precavida deja cada vendaje en su lugar aunque por un momento duda sobre aquellos en su cuello y mejilla pensando en las explicaciones que tendría que dar al encontrarse con sus compañeras de clase.
    -Ayudé a un gato que se quedó atrapado en casa, estaba muy asustado y nervioso, por eso me arañó. Ensaya desganada frente al espejo procurando ocultar los detalles pero incapaz de mentir, buscando que la redacción de su respuesta sea capaz de evitar cualquier petición de explicaciones. Dejando su estado reflexivo continúa alistándose para salir de casa.
    Al cabo de unos minutos después de salir, circulando con dirección a su universidad y surcando el leve tráfico, se detiene en una esquina que había sido siempre punto de reunión para recoger a la más cercana de sus compañeras de escuela.
    Doblando la esquina a paso veloz, una chica de corta estatura, ligeramente pelirroja aparece con una gran maleta a cuestas haciendo señas a Fiorella para que abriera la cajuela para acto seguido introducir la maleta y subir al vehículo color terracota claro de su amiga.
    -Buenos días Fio- Comenta amenamente la recién llegada con su curioso remanente de acento francés al tiempo que, aún sin mirar a detalle a la conductora, cierra la puerta y se coloca el cinturón de seguridad en ademanes acelerados.
    -Buen día Marie- Replica la dueña del automóvil con notable alegría mientras arrancaba de nuevo para continuar su camino. -¿Qué tal tu viaje?
    La última pregunta concluye justo cuando la interrogada presta finalmente atención y se percata de los vendajes de su amiga haciéndole perder la pregunta y exclamar casi de inmediato su sorpresa.
    -¡No manches!, ¿qué te pasó?
    La extraña combinación entre frases tan citadinas mexicanas como la dicha y el característico acento de Marie no era raro para Fio quien conocía a su amiga desde la preparatoria, y sabía la historia de la joven quien hacía varios años ya que residía en México con su madre, originaria de tal país, siendo hija de un acaudalado francés quien tras al no muy antaño divorcio del matrimonio que le diera cono primogénito a la joven en cuestión pasaba la mayor parte del tiempo en su propia nación invitando a su hija a visitarlo prácticamente de manera mensual.
    -Nada, es sólo que un gato me rasguñó, se quedó atrapado en casa y al tratar de ayudarlo se asusto, se puso muy nervioso y cuando lo cargué pues…me gané un par de arañazos por andar de hermana de la caridad- Contesta Fiorella con credibilidad tal que contrastaba enormemente con su invariable renuencia a mentir.
    -Chispas, qué gato tan malagradecido- Comenta Marie en su suave tono de voz sin perder de vista las curaciones presentes en el cuello y rostro de su amiga.
    -Sí, pero en fin, ¿cómo te fue por allá?, ¿qué me trajiste?
   -Muy bien gracias, algo cansada, me bajé hace 20 minutos del avión pues había mal clima por allá. Y no traje mucho, pero lo que traje será para tu cena creo.
    El trayecto concluye sin mayor novedad, así como el día mismo durante el cual la historia parcial sobre las heridas le permite a Fio llegar al fin de la última clase sin necesidad de dar mayor explicación.
    Para cuando se dirige de regreso a su casa se le ve de nuevo perdida en sus pensamientos, conducir nunca se le había dificultado por lo que se permitía cierto grado de distracción, las vagas y fugaces escenas de la noche anterior daban vueltas por su mente mientras zigzagueaba entre otros autos con música electrónica proveniente de una conocida estación de la ciudad sintonizada en la radio del automóvil. Transitar de regreso a su casa era algo que normalmente disfrutaba por su gusto por conducir sola, sin embargo en esta ocasión parecía hacerlo como un mero trámite mientras se cuestionaba si aquella misteriosa mujer del día anterior volvería, o si alguna vez por la calle se reconocerían, trataba de repasar detalles, buscar pistas en las fotografías mentales del evento, escudriñaba entre sus memorias tratando de ver algo que la emoción del momento le hubiera impedido notar sin embargo sólo algunos detalles de la indumentaria de la “cazadora de gatos” vuelven a su memoria, la playera negra entallada con motivos de algún concierto quizá, los tenis de reconocible marca aún de relucientes colores, y vagamente el quizá único detalle atípico: en el filo superior de la oreja izquierda llevaba lo que pareciera zarcillo bastante más grande que cualquiera de los que la propia Fiorella usaba ocasionalmente, su memoria tenuemente le recordaba que tal objeto se sostenía con tornillos, incluso le recuerda las marcas que levemente creía haber visto en animales de ganado o laboratorio según la televisión.
    Para cuando la joven llega a su hogar es recibida de nuevo por el silencio y la ausencia de su compañera de casa, es justo cerrando la puerta del garage tras meter su auto que se percata de algo que había incluso dejado pasar por la mañana, la mancha de sangre que había visto rodear al gato que falleciera allí no estaba, ni había estado al salir ella de la casa.
   -¿Volvió?...¿por qué no estába la mancha en la mañana?- Se ecuestiona mientras analiza meticulosamente el suelo en el lugar en que esperaba encontrar la marca sin éxito alguno. -Eso no tiene sentido, ¿por qué volvería a limpiar?- se dice casi en tono de burla. -Quizá si lo soñé todo y sólo perdí la razón al grado de causarme daño sóla- Continua su auto mofa con la primera sonrisa sincera dibujada en horas.
    Era característico de ella, el sarcasmo, reirse de sus anécdotas y colorearlas con exageraciones aún en soledad era tan parte de su personalidad que incluso en ocasiones no podía evitarlo ni para prevenir situaciones embarazosas en público. Para despejarse un poco de tanto ajetreo mental continua su camino hasta su cuarto para iniciar una rútina casi mecánica que implicaba encender la computadora, poner música, conectarse a tanto cliente de mensajería conocía y buscar qué leer en la red; sin embargo no logra apartar por completo las preguntas y de vez en vez mira en dirección a la terraza y ventana como esperando los sucesos se repitieran.
    En esa vigilia, con su extraña esperanza de revivir lo ocurrido Fiorella pasa los siguientes dos días, ensimismada, atenta cada noche al paisaje callejero desde su ventana, con probelmas par conciliar el sueño, para concentrarse en la universidad, para concencerse incluso de su propia cordura en los peores momentos de incertidumbre.
    La noche del viernes la soledad termina con la llegada de Isis a la casa que ella y Fio compartieran desde hace un par de meses, el temperamento liviano y juguetón de su compañera se hacen notar desde que cruzara la puera de la casa.
    -¡Volvió por quien llorabas escuincla despeinada!- Grita la joven rubia dando por hecho la presencia de la otra habitante de la casa por el automovil estacionado en el garage. -Viernes por la noche y tú aquí dentro, deberias pasearte más- Continúa mientras asciende por las escaleras al piso de los cuartos.
    -Hola Isis, un gusto volver a verte, ¿cómo te ha ido?- Responde quien no pareciera prestar atención a nada más que el monitor de su computadora justo cuando la otra joven cruzara la puerta del cuarto de la primera.
    -Ah, de maravilla como siempre, cada vez que paso la semana entera entre Sao y Johanes es todo pura diversión- Replica la recién llegada en noteble tono sarcástico. -¿Y tú cómo estás? ¿cómo sobreviviste una semana sin mi?- Cuestiona al tiempo que toma una silla para colocarla frente al escritorio del cuarto con el respaldo hacia el frente y se sienta al contrario de la manera normal.
    -Escuela básicamente, eso me distrae de la ausencia de tu hermosa y necesaria presencia por aquí- Venciendo el tono sarcástico de su amiga contesta aquella que no despegara la mirada de su pantalla y sus ágiles manos del teclado. -Salió un trabajo el miércoles y...- Duda brevemente cruzándo por su mente el recuerdo de lo sucedido la noche del día citado, finalmente volteanod a mirar a su interlocutora quien al parecer no había notado el titubeo. -Así que compré algo de comida y todo lo que hacía falta para el baño-
    -Ya veo, no te la haz pasado mucho mejor que yo entonces- Cerrando su frase con una breve risa, Isis se levanta y toma la silla. -¿Ya cenaste? Yo muero de hambre- Explica mientras mueve la silla a su lugar.
Ambas bajan a la cocina a cenar, tiempo durante el cual charlan afablemente, su relación era extraordinariamente buena aún cuando no llevaban más de cuatro meses de haberse conocido gracaias a la intervención de Marie. La normalmente callada personalidad Fiorella desaparecía siempre en precencia de la joven bailarina rubia quien gustosa por charlar la contagiaba, demostrando un punto clave para su excelente amistad, y en este caso distrayendo de sus pensamientos a la reflexiva joven de gafas que había pasado ya varios días sin poder distraerse del evento ocurrido a mediados de la semana.
    -Por cierto Fio, ¿qué te pasó?- Pregunta Isis dibujándose en la mejilla una línea con el dedo índice. -Se ve como un razguño-
   -Ah... es sólo eso, un razguño, el miércoles un gato quedó atrapado y al tratar de ayudarlo se puso nervioso y me aarañó, mira, tambien me tocó en los brazos- Contesta la otra chica corriéndose la manga del sueter para señalar las ya casi invisibles marcas que le hubiera causado el gato.
    -Sólo a ti se te ocurre, ese de la cara fue peligroso, ten más cuidado-
    Terminando de cenar siguen su rito previo a dormir, alternándose un par de veces el único baño de la planta alta antes de despedirse y pasar cada una a su cuarto.
    Ya sóla, de nuevo al frente de su computadora Fiorella hace una pausa para ver de cerca las marcas que había mostrado a su amiga hace unos momentos, sumiéndose así en sus pensamientos por un instante tras el cual deja escapar un gesto de tristeza; decidiendo luego ir a dormir.
    No pasan más de dos horas cuando se escucha alguien tocando la puerta de la terraza, evento que hace a la joven del cuarto aledaño saltar de la cama estremeciéndose de miedo por lo inesperado del evento.
    En la puerta, la silueta conocida de la “cazadora de gatos” se distinguía aún con la tenue luz del exterior, y es recibida por la joven de la casa quien pese a todo procura hacer el menor ruido recordadndo que su compañera dormía en el cuarto de al lado.
    -Volviste- Murmura Fio tras abrir la puerta de la terraza.
    -Quiero hablar contigo, tu amiga duerme, si despierta me iré, te lo prometo-
    -Pasa-
   Dentro, la residente se sienta al borde de su cama ofreciéndole una silla a la visitante, todo con un visible gesto de asombro e incredulidad, sin embargo también tintes de aelgría, mientras que la otra mujer se veía calma, casi indiferente en sus gestos y movimientos, sin embargo acepta la invitación.
    -¿Por qué esperabas? ¿Sabías que volvería?- Inicia quedamente la aparecida tras sentarse.
   -¿Y tú por qué me observabas? ¿Por qué no te fuiste o te acercaste antes?- Silenciosa, pero con cierta ansiedad pregunta la anfitriona.
    -No lo sé, no sabía qué hacer, pero creo que quiero pagar tu ingenuidad con ingenuidad- Continua la invitada con una sonrisa tenue, casi triste. -Aún siendo desconocidas voy a pedirte que me prometas algo, de la misma manera en que tú confiaste en que no te haría daño justo ahora al dejarme entrar a tu casa y antes arriesgándote a convencerme sólo con palabras para perdonar una vida, eres quizá el único ser humano que podría entenderme, lustros han pasado y sólo tú pareces la indicada, no quiero perder esta oportunidad- Continúa abandonando poco a poco su frialdad para apasionarse en sus palabras. -Quiero que me prometas que ahora que sabrás mi historia, la contarás al mundo cuando yo haya muerto-
    Esas últimas palabras cortan el aire, lo enfrian, silencian el mundo para los oidos de Fiorella quien no puede evitar reflejar asombro, casi pánico, en la mirada que recién cruzaba con la casi suplicante de la otra chica, el tiempo mismo parece detenerse con la petición de una sóla promesa.