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19 feb 2013

Cyan del Arena Carmesí - Capítulo 1 – El mundo sobre los hombros



Ciudad está, aún para ser uno de los asentamientos humanos más grandes, en la calma acostumbrada de cualquier día de buen clima, sus cerca de mil habitantes se encuentran inmersos en sus actividades cotidianas bajo el cobijo y sombra de las ruinas de construcciones que datan de la era pasada, aquella en que se supone la Tierra rebozaba de vida, incluso de humanos según cuentan los pocos registros que sobrevivieron a la Última Primavera y al Otoño, majestuosas y fantasmagóricas despiertan la imaginación de los niños que juegan y retozan entre ellas, algunas tan altas como para verse desde la distancia.
La quietud de la vida en Ciudad incluso persiste durante los embates del clima gracias a un pequeño refugio subterráneo en que todos los habitantes y ganado pueden guarecerse; sin embargo la llegada de Agentes del Ministerio es algo para lo que quizá ningún asentamiento está preparado del todo, pues durante dichas visitas suelen requerir sacrificios grandes por parte de los habitantes.    A cambio de los insumos de cultivo, hijos, ganado y energéticos el Ministerio reclama agua, sangre, reliquias, metales e incluso personas, que se van para nunca volver.
La mayoría considera el sistema justo y de mutuo beneficio, confían en las decisiones del Ministerio, que se dice está a cargo de un grupo de hombres que han vivido desde la era pasada, al que los Agentes se refieren como Dios.    Dicho grupo supone estar permanentemente dentro de Capital, un asentamiento al que sólo los Agentes tienen acceso libremente.
La señal de que una visita de éstas se aproximaba era muy clara, nubes de polvo alzándose desde el oeste y el ruido de motores de la caravana; el ritual: todos los habitantes debían presentarse a firmar los libros de censo, incluso los niños, la única excusa para no hacerlo en el transcurso de los dos días que los Agentes pasaban en el lugar era estar muerto, en cuyo caso los familiares debían entregar el cuerpo de la persona, a cambio del cuál podían solicitar un hijo y una mayor ración de insumos.
                -Bueno, aquí vamos.
                Una silueta postrada en el suelo de un alto montículo observa Ciudad a la distancia mientras opera sus antiparras a la vez que cubre su vista del resplandeciente sol.
                Una especie de turbante color arena cubría la mayor parte de su rostro mientras una capa del mismo color cubría el resto de su cuerpo, sugerido femenino por los contornos bajo ella.
                -Katagmi, ¿es seguro proceder?- Dice la joven alzando la voz y mirando a sus espaldas sin levantarse de su acecho.
                Un par de metros detrás de ella cuatro figuras más en cuclillas esperaban; de entre ellas una apresuraba un lápiz sobre una libreta con una brújula y un anemómetro entre otros instrumentos ante ella.
                -Todo parece indicar que tendremos un bonito día hoy, sin embargo no me puedo quitar de la mente la sensación de que algo está mal en mis cálculos, aunque revisé ya tres veces- Contesta una de las personas, vestida como quien lanzara la pregunta, debajo llevaba los brazos descubiertos salvo por guantes y un reloj de pulso, una camisa gris oscuro con las mangas recortadas; un pantalón bombacho de color verde olivo y botas color café.
                -Ya veo, supongo que es mejor tener fe en tus números que arriesgarnos a que llegue una caravana antes que nosotros.
                -¿Iremos entonces Cyan?- Cuestiona el más corpulento de los presentes.
                -La carga es pequeña, ustedes se quedan, Shako y yo iremos- A penas concluye se desliza hasta donde se encontraban los demás recogiendo del suelo un maletín que se echa al hombro para luego comenzar a trotar en dirección a Ciudad seguida de inmediato por uno de los presentes quien cargaba un maletín similar. -Lamb, toma el montículo por si acaso- Grita mientras se aleja haciendo que uno más de ellos se ponga en pié y vaya a la posición donde la aparente líder había estado colocando en el suelo largo rifle que portaba en la espalda y apuntando en la dirección en que se marchara quien diera la orden.
                -¿Otra vez?, no lo entiendo Katagmi…- Comienza el hombre corpulento. –Parece que no se da por enterada de su importancia, siempre quiere hacerlo todo sola y arriesgándose.
                -No va sola Vruu, Shako van con ella y tienen al ángel de la guarda calibre .308 con ellos- Contesta la citada sin despegar la vista del papel y los instrumentos. -Y bien sabes mi opinión sobre la importancia de Cyan, es una líder de Altar y ya; muy buena en ello, muy hábil; es una gran amiga, la mejor que tengo; pero definitivamente no es la mesías…chicos, se pueden descubrir, no habrá viento en un rato- Concluye sin cambiar el tono de seriedad mientras se descubre el rostro y la cabeza para luego levantarse las antiparras sobre la frente.
                -Bah, no puedo creer que seas tan cerrada, díselo Lamb, dile que es una terca.
                -Yo no me interpongo en creencias ajenas Vruu; ni veo para qué discutir con un cabeza dura como tú o con un robot como Katagmi- Comenta el guardián armado desde el montículo.
                -No soy un robot- Contesta sin mirar y con el mismo tono que hubiera usado toda la conversación la joven de alborotado cabello lacio rubio platino.
                -Bip bip bop bip- Se mofa el hombre del rifle.
                En la distancia los dos mensajeros continúan su firme trote sin decir palabra; para cuando alcanzan el límite exterior de Ciudad un grupo de habitantes los avista haciéndoles señas.
                Cuando se acercan lo suficiente la líder se descubre revelando su juvenil rostro de ojos verde-azulados y cabello castaño claro, debajo de la capa una blusa corta que dejaba visible su atlético vientre con un tatuaje similar al botón de una flor, base curva y tres puntas de color muy similar al de sus ojos; sus pantalones holgados con múltiples bolsillos y botas color arena.    El personaje que la acompaña luce de una edad cercana, sus rasgos un tanto finos para un varón se acentúan por el cabello negro y cano largo a la quijada; su ropa en general descuidada toda de color verde oscuro con grandes manchas color óxido, claramente causadas por alguna sustancia y no teñidas voluntariamente.
                Innegablemente atractiva causa sorpresa a quienes reciben de ella y su compañero varios papeles y pequeños sacos que portaban en sus maletines.
                -Casi todo viene de Puente Grande, no hemos podido ir más lejos por el clima, digan a su gente que una caravana llegará en un par de días a más tardar, nos cruzamos con ellos a unos kilómetros de las montañas del Norte pero es muy probable que hayan ido hacia Capital primero.
                -Así haremos…- Responde el receptor esperando insinuando preguntar el nombre de la chica.
                -Y bien, ¿qué tienen para nosotros?- Responde ella ignorando completamente la insinuación sin gesto que delatara grosería.
                -A penas hemos encontrado un par de cosas- Intercede otro de los habitantes interponiéndose entre ella y su receptor para luego mostrarle una caja de cartón con varias piezas de artefactos y metal, atrayendo a ella la mirada de Cyan quien no puede evitar mostrar cierta decepción en el gesto, quizá imperceptible a los extraños pero no a su colega.
                -Escuche, sé que no somos como el Ministerio, ni pretendemos serlo, pero esto simplemente es muy poco en comparación con el trabajo que toma ir de asentamiento en asentamiento arriesgando el pellejo en el clima- Comenta el mensajero varón.
                -Pero es todo lo que tenemos, ya casi no encontramos cosas; hemos hecho lo posible.
                -Lo entendemos, sin embargo, también entenderán que la cantidad de reliquias que cada asentamiento ofrece influye en nuestra planeación de rutas, ténganlo en cuenta, podríamos dejar de aparecer por aquí- Continua el mensajero recibiendo la caja y metiéndola en su maletín.
                -Seguro que lo harán- Dice la joven lanzando una mirada severa a quienes los recibieran para luego dar media vuelta, cubrirse y volver por donde habían llegado.
                Desde la distancia.
                -Uh, la hicieron enojar- Expresa el tirador atrayendo la atención de los otros presentes.
                A penas unos minutos después todos se encuentran reunidos de nuevo sentados alrededor de una fogata enmarcados por el anochecer.
                -No te equivocaste Kat, hasta ahora hemos tenido un muy buen clima.
                -Los robots no se equivocan Cyan.
                -Entonces tal vez debería reemplazarte por otro robot Lamb.
                -Bah, es sólo una broma.
                -Cyan- Comienza el hombre corpulento llamando la atención del grupo entero y por ello duda en continuar por un momento en el cuál aclara su garganta arrojando breves miradas a cada uno de sus compañeros. –Yo… yo pienso que no deberías hacer eso… lo de hoy- Ante la inquisitiva mirada de la joven líder y el silencio de expectativa el hombre continúa con creciente nerviosismo en sus ademanes y voz. –Para eso estamos los demás, tú…tú solo tienes que dar las órdenes, nosotros…
                -Alto- Interrumpe la líder. –Déjame detenerte allí mismo Vruu, no vas a disuadirme de nada, sé por qué lo haces y lo agradezco, en serio, pero sea como líder o elegida de una profecía lo último de lo que me puedo dar el lujo es de la pasividad.
                La otra mujer del grupo hace un gesto de desaprobación girando ojos y cabeza siendo notada sólo por quien hablaba.
                -Yo soy, ante todo una nómada como ustedes, y sirvo a los intereses de los Altares, no a los míos propios; ninguno de nosotros lo hace, somos parte de algo más grande.
                -Nosotros no Cyan, solo tú eres parte de algo más grande, la profecía habla de ti, no de nosotros- Interviene quedamente el joven que la acompañara antes, Shako.
                -¡Ay por favor! ¿Soy la única con sentido común aquí?- Exclama con frustración moderada la joven rubia para luego levantarse y retirarse de la fogata a caminar, siendo en breve seguida por la líder.
                -Katagmi está completamente fuera de sí; ¿cómo puede negar la creencia hasta de su líder y “mejor amiga”?, siempre reacciona así cuando mencionamos lo de la profecía, de no ser porque la necesitamos incluso pediría que la enjuiciaran.
                -No seas excesivo Vruu, que eso te vuelve igual a ella, su falta de fe es lo que la hace ser así, y a veces es lo que nos salva el pellejo, pues también le hace ser muy buena en su trabajo; un día creerá pues tiene la bendición de ser mano derecha de la elegida; y entonces, verás que tiene un valor que ahora no demuestra por culpa de su cerrazón- Dice Shako en un tono tranquilo y compasivo. –Ella, como nosotros, es sólo parte del gran plan del creador; para quien yo sé que valgo porque cuidaré de la mesías hasta que él lo quiera; y por ello le estoy plenamente agradecido.
                Metros más allá ambas mujeres caminaban a paso lento.
                -¿Por qué no solo te acostumbras Kat? Es decir, eso hago yo.
                -No Cyan, tú no te “acostumbras”, tú te aprovechas de ellos y eso es muy diferente; y no me molesta de tu parte, sino de la de ellos y su obsesión.
                -Dicho así yo soy lo peor que existe en el mundo.
                -Tal vez, pero es tu manera de ser y simplemente es culpa de quienes crean en ridículas profecías el caer en tus juegos.
                -Solo dilo, ¿sí?, solo di que estás molesta conmigo porque me aprovecho, no trates de usar tu retórica conmigo, te conozco tanto como tú a mí.
                -Demonios Cyan- Estalla en una rabieta muy diferente de su seca actitud ante el grupo. -¿Algún día dejarás de jugar a ser una diosa?, creo que abusas de ellos.
                -Mucho mejor, eso quería escuchar de ti; y tienes razón, pero la respuesta es simple: no me detendré mientras nos convenga, y te incluyo.
                -¿Por qué? ¿Qué pasará cuando sea obvio que todos es falso?
                -¿Cuándo pasará tal cosa Kat? Yo no inventé la profecía, fue la anciana, y convenció a todos; y yo sólo tengo mucha suerte, eso es todo, no es que me vayan a sacrificar si no descubro Cyan del Arena Carmesí; incluso en caso de emergencia podría decir que cualquiera de las ruinas que hemos visto antes es Cyan, y entonces excavando e investigando tardarían años antes de darse cuenta de que no hay nada especial allí.
                -No subestimes la influencia de la fe en las personas Cyan, ellos creen de verdad que tú vas a cambiar las cosas; y eso te puede poner en riesgo eventualmente.
                -Entonces huiré, cuando eso pase me desapareceré para siempre de los Altares.
                -Ah pero qué terca eres.
                -Si confesara ahora mismo lo que yo creo no haría diferencia Kat; ellos seguirían creyendo; y cuando nazca una niña con siglas CRMS, la llamarán Carmesí y creerán que ella si es la mesías y que yo fui un accidente. Y sé bien de lo que es capaz la fe, incluso tan poderosas como el condicionamiento, me dicen elegida tan seguido que un día me lo voy a creer yo también- Concluye en tono bromista.
                -De acuerdo, tú mandas, pero no pedo evitar enojarme; sé que ellos se engañan solos, pero no puedo evitar sentir que es incorrecto jugar con ello.
                -Vivimos al borde de la extinción Kat, lo correcto es sobrevivir y punto; regresemos antes de que crean más cosas extrañas de nosotras.
                De vuelta donde estaban todos la velada pasó en silencio; roto solamente hasta que apagaron el fuego y Katagmi les indica que el clima es propicio para dormir, para lo cuál levantan una tienda de campaña en la que con poco margen caben los cinco.