Ak dovurak, Rusia
(90.55ºE, 51.17ºN)
22:30 - 08/sep/1979
Un
apacible y silencioso pueblo se estremece con múltiples detonaciones
de rifles de alto calibre, el eco recorre las contadas calles yendo
de un lado a otro entre muros de piedra y ladrillo llegando hasta los
árboles del bosque circundante haciendo que algunas aves levanten el
vuelo desde las copas.
Ante los incrédulos ojos de Sergei y desde lo alto de un árbol,
cae Linhhn-i tras recibir al menos tres disparos de casi una
veintena de intentos casi simultáneos, aparentemente inerte debido a
la torpe postura con que se aproximaba al suelo colisiona incluso con
algunas ramas que relentizan su precipitación. La reacción del
hombre es cuan rápida le permite su cuerpo, pues sale de su
resguardo dando una brusca orden por radio al tiempo que se apresta
una pistola y aproxima al siguiente árbol cubriéndose tras él por
a penas un instante antes de ir al siguiente., sin embargo en un
parpadeo la creatura cambia su postura a centímetros del suelo para
colocarse en cuatro patas como acechándole pues clava en él su
mirada tan rápido que lo congela de temor y a penas medio cunbierto
tras el segundo árbol.
-Tú otra vez, ¡¿Cómo me encontraron?!- Habla entre rugidos La
Mantícora causando que Sergei no pueda hacer más que tragar saliva
mientras tira su arma al suelo incapaz de articular palabras o de si
quiera hacerse obedecer por su cuerpo. -¡Responde creatura
despreciable!, ahora sé que eres tú quién los guía- Continúa
severamente aquél imponente ser que a paso lento se aproxima
cambiando al paso su anatomía humana para transformarla en aquella
que le hubiese ganado el apodo.
En la distancia ya se escuchaban vehículos en movilización,
algunos disparos más llueven sobre el ser homínido quien claramente
recibe algunos en el cuerpo sin si quiera parpadear o cambiar la
velocidad de su avance.
-¿Creías que me cazabas?- El rostro, ya distante del de una joven
humana, de la felina creatura mostraba enormes colmillos que se
asemejaban a una sardónica sonrisa.
En aquel momento Sergei entiende que su fracaso iba más allá de
unos cuantos segundos atrás, no había sido salir de su cobertura;
al menos ese día él había sido la presa desde un principio; volvía
tras sus pasos y se arrepentía de su arrogancia, de su descuido que
si bien debía existir no podía descubrirlo ahora en su turbada
mente que poco a poco cedía ante la sobredosis de adrenalina.
Los vehículos se escuchaban más cerca cada vez y sus motores le
hacen al hombre recobrar conciencia por un instante en el que trata
de dar media vuelta para emprender la huida, pero su cuerpo pierde
repentinamente toda espacialidad, su respiración se corta de tajo y
su vista se nubla, como si de un sueño se tratara breves destellos
de imágenes del paisaje cruzan aceleradamente frente a sus ojos, su
cuerpo sufre una contusión tras otra sin que pueda entender qué
está pasando.
Desde sus miras telescópicas un par de soldados presencia una
escena que raya en lo absurdo y les deja pasmados: En a penas un
instante La Mantícora se había lanzado sobre Sergei Okhotnikov
apresando con las fauces su cuello emprendiendo de inmediato una
frenética carrera hacia lo más denso del bosque sin soltar el
cuerpo del investigador como si de un lobo y un conejo se tratase,
los disparos cesan más por confusión que por proteger al hombre
mientras la cazadora y su presa se pierden en la distancia tras una
breve pero inútil persecución de un par de vehículos militares que
quedan impedidos por una escarpada colina que su objetivo escala
velozmente sin dificultad.
Sergei de a poco recupera el conocimiento, con él recobra
sensibilidad en el cuerpo siendo así azotado por dolores en cada
extremidad, su piel arde, su pecho le duele al inhalar, sus sentidos
le dan información parcial y espaciada mientras abre lentamente los
ojos que sin embargo le revelan una oscuridad total.
-Menos mal que no estás muerto, necesito hacerte muchas preguntas
antes de que lo estés.
La voz es inconfundible para él, aunque a penas la había escuchado
distantemente un par de veces. Su castigado cuerpo le dificulta
moverse, la oscuridad además le hace obviar la falta de propósito
de intentarlo sus oidos le decían la creatura se encontraba a poca
distancia en la dirección de su cabeza, su primer intento por
corresponder la comunicación cesa por el dolor en su pecho que ya se
extendía al cuello y se apaga en una breve tos.
El silencio se prolonga, el detective se sabe indefenso y
simplemente se procura reposo mientras a tientas se inspecciona el
cuerpo.
-¿Qué buscas? No tienes ni armas ni la caja de ruidos.
-Radio.- Contesta quedamente Sergei. -Pero en realidad me busco
heridas.
-¿Cómo me encontraste? ¿Cómo me haz encontrado tantas veces?
-Eres un animal... ...muy listo, pero joven aún. Y mientras buscas
ese “algo” en los pueblos dejas rastro...
-¿Y tú qué eres?
El hombre nunca pensó estar en esa situación, nunca creyó poder
hablar con aquella creatura, su objetivo había sido claro desde el
principio, ayudar en su captura o en su defecto exterminio, en su
mente el último encuentro con La Mantícora sería muy diferente
pues era simplemente una presa más para él, un caso más que
resolver, un rastro más que seguir.
Cuando recién se involucró en esta cacería los militares le
habían hablado tanto del ser pero le habían mostrado tan poca
evidencia que le resultaba imposible creer en la existencia de tal
experimento, le argumentaban que la base militar de la que había
escapado había sido tan dañada que los trabajos de recuperación de
información aún meses después continuaban, que nadie había
sobrevivido en aquél lugar, que quedaban a penas unas pocas
fotografías a medio quemar, unos documentos muy extensos con nada
más que garabatos científicos que los militares poco
apreciaban. Sergei lo único que pensó en un principio fue que se
trataba todo de una elaborada táctica de reclutamiento para alcanzar
niveles más interiores en los círculos secretos de la inteligencia
militar. Sin embargo finalmente la vio, una calmada tarde en un
bosque dio casi por coincidencia con un rastro de huellas que lo
llevaron a encontrarse por primera vez, aunque a cientos de metros de
distancia, con la creatura que había sido capaz de acabar con un
batallón completo en cuestión de horas.
Unos leñadores habían informado al ejercito de unas huellas
humanas en la nieve de apariencia tal que temían una persona
estuviera perdida en la tundra, siguiendo tal pista Sergei y una
escuadra militar dieron con una visión de principio les hizo reír:
una joven mujer de poco más de metro y medio que se desplazaba
torpemente en nieve profunda, dando saltos con descuido infantil en
dirección a una pequeña aldea anónima en los bordes de
Siberia. Sin embargo era claro que no era algo normal pues aquella
figura retozaba completamente desnuda en un clima muy por debajo de
cero sin ningún síntoma de molestia.
Sin escatimar en precauciones él y su séquito se acercaron a la
aldea seguidos del despliegue de media docena de vehículos en los
alrededores. Al internarse, las huellas en la nieve los llevaron a
una cabaña claramente habitada, a penas un momento tras haber
rodeado el lugar se escucha alboroto dentro, los habitantes denotando
una intrusión que poco dura pues cuando los soldados se aprestan a
entrar la creatura sale por una ventana vistiendo sencillas prendas
de dormir muchas tallas mayor pues le quedan holgadas al punto de
tropezar con ellas en su aterrizaje en la nieve a lo que uno de los
soldados reacciona disparando.
El certero tiro en el abdomen de la que hubiese lucido hasta
entonces como una inofensiva joven cambie por completo su apariencia
y postura, su boca se abre mucho más allá de cualquier límite
humano y sus encías pulsan llenándose de aserrados dientes, sus
orejas se estiran hasta asemejarse a las de un murciélago, sus
piernas crujen invirtiendo sus articulaciones mientras sus manos se
convierten en zarpas a la vez que su piel comienza adquirir un tono
grisáceo al tiempo que ruge con la potencia de un enorme oso.
Sergei contempla incrédulo a penas doblaba desde una esquina por lo
que se tiende al piso enterrándose discretamente cuanto puede en la
nieve mientras observa a la pesadillezca creatura recibir los
disparos del aterrorizado soldado que en breve es alcanzado por los
otros tres que le acompañaban, sin embargo, en un parpadeo, antes de
que otra arma se dispare los cuatro soldados quedan reducidos a
miembros y vísceras esparcidos por la pared y la nieve sin que el
único espectador se pueda explicar lo ocurrido, luego el abominable
ser cambia de nuevo su apariencia para asemejarse mucho a un canino
que de inmediato emprende carrera con dirección al exterior de la
aldea despojándose en el proceso de las desgarradas ropas que le
quedaban.
El inspector escucha disparos en las afueras pero lo ignora y se
apresura a entrar en la cabaña, en el interior una pequeña familia
se apretujaba en una esquina en un abrazo que denotaba terror más
por los disparos que por la intrusión, ningún herido allí, ningún
destrozo. Tras reconfortarles, Sergei, les hace varias preguntas y
ofreciéndoles dinero les pide omitir varios detalles si eran
cuestionados por militares.
-Yo soy otro animal, pero más viejo.
-¿Por eso me puedes rastrear? ¿Por viejo? ¿Cuando envejecen les
mejoran los sentidos?.
-En realidad se ponen peor pero no solamente gracias a los sentidos
un animal caza ¿o si?, requiere inteligencia.
-Eso es estúpido si el animal que pretendes cazar tiene más
fuerza, colmillos, garras.
-Si, ahora lo entiendo, no importaba cuando te hubiera encontrado,
simplemente no podía hacerte frente, esto no se trataba de mi
cazándote a ti ¿verdad?, creí te podía vencer con inteligencia.
-¿Por qué lo haces? ¿Qué ganas?
-Dinero, reputación, extender mi vida unos meses más, quizá
pudieron ser años.
-¿Extender tu vida? ¿Pretendías comerme?
-Figurativamente, pues atraparte o no hubiera cambiado el hecho de
que me mataran o no.
Las palabras del hombre se tornaban cada vez más reflexivas, no se
explicaba si el ensimismamiento se le venía por una inminente
pérdida de conocimiento o por una extraña sensación de
familiaridad que sentía debido a la voz cada vez menos agresiva de
su invisible compañía.
-Seré yo quien te mate.
-En retrospectiva, una muerte a manos tuyas es la mejor muerte a la
que puedo aspirar pues eres lo más hermoso que he visto en toda mi
vida.- Las palabras de Sergei se diluyen en un tono de dolor tanto
emocional como físico mientras queda inconsciente otra vez.
Dos soldados claramente de alto rango critican y vociferan sobre el
fracaso de la operación de Sergei, discuten acaloradamente ponerle
fin a su corta misión y de paso a su vida debido a la pérdida de
una docena de soldados.
-¡¿Y usted ileso?! Mis hombres valen mucho más que usted porque
tienen el valor de morir por la Madre Patria y...-
-Y simplemente ellos no la pueden encontrar, en meses no dieron con
la creatura, yo lo logré en una semana, si yo hubiera muerto no la
volverían a ver.
-Eso queda por verse Sergei, puede que lo estén protegiendo esta
vez, pero de cometer otro error así seré yo mismo quien arregle las
cosas.- Gruñe el soldado mientras acaricia la pistola en su
cinturón.
-La encontraré de nuevo, pero para su beneplácito, mande también
a sus mejores hombres, aquellos que crea capaces de hacer mi trabajo
y si la encuentran antes que yo con gusto vendré a que me dispare,
de lo contrario Mayor, le exigiré que me ceda los derechos para
decidir sobre la vida de sus tropas.
La actitud desafiante del detective estaba justificada en su extenso
currículum participando en la captura de criminales y desertores de
la guerra que el ejercito mismo no había podido atrapar además
estaba dispuesto a jugarse la vida puesto que tras ver de lo que era
capaz la creatura había desarrollado una inmediata fascinación por
ella, quería ver más, quería probar las capacidades del ser,
quería vencer a una creatura que parecía invencible.
Los encuentros se repitieron, en cada uno aprendió detalles del
comportamiento de su objetivo, cada vez que descubría de aquella una
nueva capacidad se llenaba de emoción pues sentía acercarse a
descubrir sus debilidades, verla se había convertido en un juego de
para él, pues se acercaba cuanto podía, se refugiaba bajo cuerpos
de soldados caídos para mirar más de cerca a la que ahora apodaban
La Mantícora.
Sergei sabía perfectamente que ya era presa de una obsesión que
sin embargo ocultaba de los soldados. La información, las borrosas
fotografías, los textos anecdóticos, todo lo repasaba por las
noches buscando detalles nuevos, formulando teorías, incluso trató
de descifrar los avanzados textos de Yuri Tereshkova recuperados del
laboratorio que había dado a luz a semejante maravilla; una
maravilla que él debía apreciar en silencio al mismo tiempo que
desafiándola
Una ocasión, recién concluido un encuentro con la creatura el
detective rondaba la zona de conflicto, varios soldados muertos
rodeaban el lugar, una visión que ya se le había hecho costumbre,
sin embargo un sobreviviente llamó su atención, un joven cadete que
parecía estar ileso sentado a cubierto en la llanta de un vehículo
murmurando frases rotas.
-Soldado, qué afortunado es.
-La Mantícora, es.. ...esa abominación...-El gesto del joven
estaba por completo descompuesto, su mirada perdida en el horizonte,
sostenía apretadamente un rifle que claramente ya no tenía balas
puesto que se le veía jalar el gatillo una y otra vez sin detonación
alguna.
-Si, esa cosa es aterradora.-Dice Sergei mientras comienza a
despacharse un cigarrillo. -Les tomará al menos media hora mandar
apoyo, mientras trate de calmarse para dar su versión de los hechos.
-Es humana... ...La Mantícora, es humana, habla, le habló a
Piotr...yo estaba...
Interrumpiendo sus acciones Sergei le dirige una severa mirada a su
interlocutor quien continua delirante y con la vista en el horizonte.
-Cadete, claramente le han dicho a usted que esa cosa no es humana,
que no habla ni interactua con los humanos. Solamente mata, de
acuerdo a lo que sus superiores específicamente le han dicho a usted
y a todos nosotros esa cosa no piensa, más vale que omita eso en su
informe o se arriesga a ser acusado de locura.
-¡Habla!...la maldita creatura es inteligente, justo antes de
matarlo dijo a Piotr que se había buscado su final por seguirla y
que...
Sin mayor advertencia el hombre en pié saca su pistola y ejecuta al
soldado para luego acomodar el cadáver en posición tal que luciera
como un suicidio.
-Como le decía esos datos va a tener que omitirlos de su informe
cadete, usted como todos simplemente está aquí para dispararle a un
animal, yo soy el único que puede hablar con ella, porque yo la
entiendo, y ustedes no, yo sé qué es y ustedes no.... Y más me
vale que siga siendo así.
Una bofetada despierta a Sergei quien aún resiente los golpes en su
cuerpo pero parece tener mayor movilidad; la recluida oscuridad de
antes había cambiado por la oscuridad de la noche en la que la Luna
iluminaba fuertemente, a penas se incorpora el hombre mira a unos
metros de si a la creatura recostada en el tronco de un árbol; el
dolor que había rescindido era remplazado por el violento frío.
-Creí que me ibas a matar.
-Si lo haré, pero aún no terminan mis preguntas. ¿Cuántos
humanos hay capaces de rastrearme como tú?.
-Eres puros negocios, ¿verdad?
-Responde mi pregunta.
-Nadie, solamente yo puedo.
-¿Cómo estás tan seguro?
-Nadie de quienes te persiguen es capaz, yo lo soy porque te
entiendo, sé cosas de ti que ellos no, te conozco desde que estabas
desorientada y eras tímida.
-¡¿Qué quiere decir eso?! ¿Estabas en Valhalla?.- Exclama
LIINHHN-i saltando de su reposo a una postura defensiva.
-Años persiguiéndote, y ellos nunca me dijeron el nombre de la
base. Es irónico que me entere de información clasificada
directamente de ti aunque se entiende porque hiciste bien tu trabajo,
no dejaste ni un testigo, incluso creo que deliberadamente destruiste
parte del laboratorio. Todo lo que realmente sé de ti es porque lo
he visto, he estado allí en cada ocasión, tras de ti, siempre
cerca, desde que jugabas a ser una niña en la nieve hasta ahora que
invertiste los papeles.
-¿Invertir los papeles?
-Si, yo creía que te estaba cazando a ti, y resulta que ahora yo
soy tu merienda, y sé muy bien que sin mi ellos no nos van a
encontrar. Estoy completamente jodido. Así que relájate chica
Mantícora y disfruta de torturarme antes de que el frío abrazo de
mi amada Siberia me mate antes que tú.
-Te regresaré a la cueva entonces.
-No lo hagas, ahí no puedo verte.
-No lo entiendo, ¿cómo es que verme te va a mantener vivo a pesar
del frío?
-A veces los humanos para mantenernos vivos necesitamos cosas que
nos matan.
-Eso es estúpido.- Concluye la joven arrastrando al hombre hacia la
aledaña guarida a lo que el hombre ofrece poca e inútil
resistencia.
Una vez dentro de su refugio:
-Ya puedo caminar no tienes qué hacer eso de nuevo.
-¿Qué es Mantícora?
-Un ser mitológico, una creatura que devora humanos.
-Yo no me los como, son asquerosos. Comería cualquier otra cosa
antes que humano.
-Si, a veces lo somos.- Concluye el hombre al tiempo que se pone en
pié y descaradamente sale a buscar nieve que derrite y bebe.
Sentados en un improvisado puesto de vigilancia dos soldados miran
temerosamente en la distancia; recién les informaron La Mantícora
había sido vista en dirección al pequeño poblado a sus espaldas.
Los relatos de la creatura basados en los escasos sobrevivientes ya
permeaban en todos los batallones de la región, aunque disparatados
y hasta fantasiosos se cristalizaban de manera muy tangible en los
cuerpos dejados trás los encuentros, despojos y pulpas de carne más
allá de lo que se reconoce como un ser humano lo que estaba incluso
causando intentos de decersión por el miedo que algunos sentían
tras mirar evidencias o escuchar de fidedignos testigos cuentos sobre
un demoniaco ser imposible sediento de sangre e inmune a las balas de
más alto calibre.
Tal era el caso de los dos soldados que a penas minutos antes habían
sido llevados ante un amigo muto de otro pelotón que hubiera llegado
al hospital del pueblo como único sobreviviente a un intento de
atacar al ser; él les había narrado con voz sollozante los horrores
que había visto. La pareja de sardos guardaba un sepulcral silencio
debido a que se sentían ambos incapaces de criticar u opinar de lo
que su amigo de infancia les había narrado, trataban incluso de
evitar mirarse mutuamente por largos minutos que fueron interrumpidos
cuando en la distancia se vio una silueta caminando sobre una
carretera casi tangente al poblado que defendían, el corazón les
dio un vuelco, imaginaban al ejercito de bestias que su amigo les
había descrito desbordar justo detrás de aquella distante figura.
-Es...es solamente una mujer...
El radio ante ellos comienza a transmitir las agitadas órdenes de
su superior.
-¡La Matícora se aproxima!, ¡Alisten armas!
Ambos apuntan mecánicamente sus rifles hacia el frente esperando
ver aquella horrible creatura, incluso intercambian comentarios de
preocupación por la indefensa chica allá afuera.
La radio vuelve a sonar, la voz que inicia les es desconocida, pero
obviamente discute con sus superiores con el micrófono
accidentalmente abierto.
-Atención a todas las unidades, ignoren la orden anterior, no se
abrirá fuego sobre la creatura.
-¡Sergei! ¡Usted no tiene jurisdicción aquí yo soy quien da las
ordenes!
-Ahora si tengo, mire usted el telegrama recién llegado, soy
responsable de todos los efectivos de la zona mientras estén en
posibilidad de capturar a la creatura.
El radio se silencia dejando a los dos soldados confundidos en un
tenor casi cómico que les da un respiro de su temor aparentemente
infundado.
-Atención todas las unidades, aguarden por nuevas órdenes.- Dicta
su superior en tono de frustración y la radio se silencia
definitivamente.
La joven que caminaba por la carretera se encontraba ya cerca de
cruzar por el punto más cercano al pueblo cuando un hombre de
gabardina se introduce en el puesto de vigilancia al lado de ambos
pero sin acercarse a la ventana de observación atrayendo de
inmediato su atención y las miras de sus rifles.
-Calma señores, no hagan alboroto, soy Sergei Okhotnikov, y estoy a
cargo de la operación para capturar a esa creatura.- Explica
señalando a la paseante del exterior.
-Usted no tiene...
-Silencio...- Interrumpe el investigador muy quedamente y continúa.
-Hay un hombre en el hospital allá atraás que solamente perdió un
poco la cordura y no la vida gracias a que escuchó mis consejos, si
quieren discutirlo con él adelante.
Ambos soldados quedaron petrificados, sabían exactamente a quién
se refería, por lo que ambos acatan permanecer en silencio y dirigen
una desconcertada mirada a la caminante.
-Con naturalidad comiencen a platicar, en volumen normal, lo que
sea, y dejen lentamente de mirarla. Si sale de la carretera en esta
dirección díganlo fuerte y claro.- Instruye el recién llegado al
tiempo que abre el micrófono de la radio del puesto.
Desconcertados acatan torpemente improvisando una conversación
repetitiva dando evidentes miradas al exterior.
La joven del exterior se detiene y mira hacia el pueblo, sienten un
escalofrío que no pueden explicar sino por la fuerte sugestión, el
instante les parece eterno, sin embargo cesa cuando ella reanuda su
camino sin dirigirse al pueblo.
-Le acabo de salvar la vida a todo tu batallón camarada, espero lo
sepas apreciar. Igualmente voy a necesitar dos vehículos y a quince
de tus hombres para seguir a la creatura.
La transmisión de tal mensaje hace estremecer a muchos soldados en
otros puestos, pero los dos centinelas se sienten engañados.
-¿Qué ha sido eso? ¿Una broma?- Comenta uno de ellos enfurecido.
-No, un simulacro; si las muchachas indefensas no te dan miedo
puedes unirte al equipo que irá conmigo a perseguir a la verdadera.
Regresando a la cueva para resguardarse del frío Sergei busca a
tientas acomodarse cuan profundo le permitía la escasa luz de Luna
que se filtraba al interior.
-Debiste huir.
-¿Lo ibas a permitir?
-No me importa mucho en realidad, si me ofrecí a matarte es por
gusto.
-Vaya. ¿Has aprendido a matar por gusto como nosotros?
Un fuerte he inamovible agarre por el cuello hace a Sergei callar y
preocuparse por una posible asfixia inminente.
-¡Yo no soy como ustedes! ¡Les estoy tratando como lo merecen
asquerosas creaturas!
-Está bien...lo sé...- A penas articula el sujeto. -Tú eres muy
diferente.
-¡¿A cuańtos otros animales has cazado como lo intentaste
conmigo?!, ¡¿A cuántos has matado sin razón?!
-Ninguno...yo cazo humanos...no animales.
El hombre es liberado y de inmediato aprovecha para retomar aire al
tiempo que se lleva una mano al cuello como intentando aliviar el
dolor.
-¿Qué haces tras de mi entonces?
-Tú...- Comienza el otro aún con dificultad. -Tú eres
completamente diferente a todo, sé que somos inferiores a ti, ellos
creen...yo también creí que podía vencerte en inteligencia
pero...¿Fingiste verdad? Sabías que iba tras de ti, fingiste esa
caida del árbol, fingiste...
-¡Fingí no mirarte cuando te enterraste en la nieve! porque creí
que eras parte de la familia de aquella cabaña, porque no
disparaste.
El detective siente como si el peso del mundo le cayese sobre los
hombros, sus movimientos se acartonan, sus ojos van de un lado a otro
como buscando en sus recuerdos la mirada que le describían, pero
nada viene a su mente.
-Yo...fui la presa todo el tiempo.
-Al menos desde que me di cuenta de que tú eras quien me
encontraba, creí que eras otro, tenía que estar segura de que no
era así, que no había más de mi.
-Tú...-La voz del hombre permanece titubeante y queda, todo su
aplomo y seguridad de antes había desaparecido por completo.
-Eres...tú ganas...mátame ya.
-No, dime todo lo que sabes del laboratorio, ¿qué saben ellos? Me
vas a ayudar a desaparecer por completo y podrás vivir.